Unas semanas después…
Eric estaba
en la taberna tomando alcohol con unos amigos y quejándose de sus vidas,
mientras los niños jugaban en la calle con cualquier cosa que se encontraban.
-¡Estoy
harto! ¡Nuestras vidas son una mierda! No tenemos descansos en el trabajo ni
vacaciones –replicaba uno.
- Al tener
más hijos, un poco más de dinero entra en casa. Tenemos a nuestras mujeres que
parecen máquinas de producir bebés –reflexionaba otro.
-Y al borde de
la locura –intervino Eric acordándose de lo que ocurrió hace unas semanas.
-Hay que
hacer algo para cambiarlo. ¡No podemos seguir así!
-Sí, pero ¿qué
hacemos?
-Movimiento
obrero. – terció uno de los hombres más viejos que había allí y que había
estado callado y pensativo hasta ahora.
-¿Qué? –Preguntaron
todos al unísono.
-Si nos unimos
todos, quizá nos hagan caso –respondió aquel hombre de mirada dura.
-¡Claro!
Además, somos bastantes -asintió el que comenzó la conversación.
Un año después…
Gaby entra
llorando a su casa:
-¡Mamá! -Gabby
entró a su casa corriendo, llorando y absorbiendo por la nariz.– ¡Es mi amigo
Peter! Se ha muerto. Y su padre también.
Cecilia se
llevó la mano a la boca, cerrando los ojos. Se acercó a su niño y lo abrazó tan
fuerte como sus fuerzas le permitieron.
-Dicen que
es de una enfermedad que se llama “neumonía algodonera” –Gabby sollozó– Lo
último que me dijo fue que no podía respirar.
Inmediatamente,
Cecilia fue a esa casa donde todavía estaban los cuerpos en el suelo. Cuando su
amiga la vio, corrió hacia ella y se abrazaron. ¡No podía parar de llorar! ¿Qué
haría ahora? La semana pasada, dando a luz, nació su hijo muerto. Y ahora, se
le muere su otro hijo y su marido.
-Toda la
culpa la tienen esos desgraciados de los patrones. Sólo quieren dinero. Y para
eso, nos explotan a nosotros. A los que hacemos lo que sea por un plato de
comida. ¡Claro!, ellos no están en nuestra situación. Los quisiera ver aquí,
viviendo como nosotros, a ver si aguantaban tanto –dijo con rabia la madre de
Peter y, luego, tosió.
-¿Sabes
cuáles han sido sus últimas palabras? –Preguntó mirando a Cecilia cuando se
tranquilizó un poco.
-¿Las de tu
marido?
-Sí.
-¿Cuáles?
Su amiga
bajó la cabeza y volvió a subirla, llorando y a la vez, sonriendo.
-¡Te quiero!
–después de pronunciar esas palabras, suspiró y lloró al pensar que ya no se lo
diría más.
Años después…
Después de
esa charla en la taberna y más muertos, los obreros se organizaron en
sindicatos para reclamar sus derechos. Por ejemplo: la reducción de los horarios de trabajo, aumentos de
sueldos y mejora de las condiciones de trabajo y por lo tanto, también de vida.
También, pidieron el derecho al voto.
En los sindicatos acordaron la quema de las máquinas, las
cuales les estaban quitando el trabajo a la mayoría de ellos e, incluso,
matando a algunos.
Después de todo esto, seguían igual. Seguían sin mejorar sus
vidas. Nadie les había hecho caso. Surgió, así, una Masacre en Peterloo.
Se reunieron en Peterloo Campo de San Pedro, Manchester,
Inglaterra, el 16 de agosto de 1819. Muchos de ellos, entre los que había
mujeres y niños, sostenían pancartas con los lemas ‘Igualdad y Fraternidad’ y
‘Unión y Fuerza’.
-Eric, ¿cuál es el plan?
-Henry Hunt dará un discurso, no creo que nos hagan caso y
nos volveremos a nuestras casas a intentar sobrevivir, como siempre.
-¡Wuo! Suena entretenido. Así que conseguiremos lo que
queremos…
-¡Lo tenemos difícil!
-Pero, ¿qué te pasa? ¡Qué negativo estás!
-¿Cómo quieres que no lo esté con la vida que llevamos?
¡Venir aquí no cambiará nada, nunca nos hacen caso! Además, no creo que mi
familia y yo aguantemos mucho. No tenemos comida y para colmo, me han echado de
la fábrica.
Su compañero de tabernas lo miró con tristeza y luego,
suspiró mirando al suelo.
-¡Joder! ¡Cuántos militares hay por aquí! –intervino uno que
estaba cerca de ellos.
En el momento que salió Henry Hunt, todos los trabajadores,
que eran entre 60.000 y 80.000, mostraron un increíble entusiasmo. Tanto, que
los militares desenfundaron sus espadas y atacaron contra la multitud.
Rápidamente, fue apareciendo más militares y quedando menos
obreros.
Este acto y todo lo que ocurrió, empujó al gobierno británico
a legalizar las asociaciones obreras.
Tuvieron que morir tantas personas para que las condiciones
de vida y de trabajo, mejoraran. A estas víctimas, se les llamó <>.