Un día más.

Me desperté, fui al cuarto de baño, me vestí y desayuné sin ganas.

Salí de mi casa y ahí estaba él, apoyado en su moto. ¿Qué hubiera hecho sin él?

Lo había conocido en el hospital. Apenas tenía un año más que yo. Era el hijo del médico que me trataba. Resulta que el primer día que me hospitalizaron, su padre lo había castigado por algún motivo desconocido y obligado a estar con él, en el hospital.

Yo estaba tumbada en la cama con un dolor de cuerpo insoportable cuando entró él y el médico,o lo que es lo mismo,él y su padre.

El médico me puso una inyección que me hizo sentir más dolor del que ya sentía. El chico se dio cuenta y me apretó con fuerza la mano. No sé por qué lo hizo pero me confortó.

Tenía pinta de ser de estos chicos que van por la vida vacilando y creyéndose “guay” o “chulo”, aunque no lo fueran. Pero, una vez más, confirmé que las apariencias engañan.

A partir de ese momento, me estuvo visitando cada uno de los días que permanecí en el hospital. Incluso cuando le quitaron el castigo, vino por voluntad propia.

No sé cómo pero siempre me levantaba la moral y conseguía que comiera algo. Y lo mejor: entre risas.

Me dieron el alta aunque varios días a la semana tenía que ir para hacerme análisis.

Y, bueno, por razones desconocidas o por sus palabras textuales “simplemente, te he cogido cariño” siempre que podía, venía a visitarme a mi casa.

-¿Lista?- me dijo con una sonrisa y entregándome uno de los cascos que tenía.

¡¿Cómo era posible que tuviera esa sonrisa tan bonita?!

+Bueeeno…- contesté no muy convencida.

-¡Ey, vamos! No estás sola. Estoy a tu lado.- y volvió a a esbozar esa sonrisa que tanto le caracterizaba.

Suspiré, me subí en la moto y nos marchamos al hospital para realizarme uno de los tantos análisis.

Apagué la música, pues llegué a mi destino.

Me bajé del autobús y me dirigí al instituto, esperando con ansias que terminara la mañana para poder volver a encender la música y cobijarme en mi mundo.

PD:¡Espero que no haya sido muy lioso y lo hayáis entendido! ;)